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Buscando el alma de nuestro despacho

Recuerdo que siendo todavía un estudiante de derecho escuché a un abogado contar que nuestra profesión tenía la gran ventaja de permitir que te mostraras en el trabajo exactamente igual que en tu vida privada y esa fue una de las razones emocionales que me decidieron a ser abogado.

Pero en aquellos años ochenta seguíamos anclados en un sistema muy tradicional, y los despachos eran tan solo el espacio físico donde se ubicaban uno o más abogados, sus secretarias y pasantes, recibiendo a los clientes detrás de grandes mesas rodeadas de títulos y orlas en un modelo secular que parecía inalterable.

Era difícil desarrollar tu personalidad cuando era tan difícil levantar tu negocio y -te gustara o no- terminabas pareciéndote al resto de compañeros mucho más de lo que imaginaste al terminar la carrera.

A finales de los noventa llegaron Internet, la publicidad, las sociedades profesionales y nuestra profesión se vio inmersa en una espiral de cambios hasta hoy. Socios y titulares de despachos nos vemos actualmente obligados gestionar áreas de negocio no hace mucho desconocidas, como el marketing.

El mercado pone a nuestra disposición medios y profesionales externos que nos han ayudado a desarrollar despachos multidisciplinares, boutiques, bufetes virtuales, portales jurídicos, y otros modelos de negocio más innovadores, como el crossworking legal.

Pero creo que el más apasionante de todos los cambios que ha vivido la profesión es que, en algún momento de este proceso, los despachos de abogados han dejado de ser un espacio para convertirse de forma definitiva e irreversible en una emoción: hoy, los despachos tienen Alma.

El Alma es ese hilo conductor a través del cual clientes, abogados, colaboradores y empleados se implican en nuestro proyecto, haciéndolo propio y siendo fieles al mismo porque encuentran los estímulos y recompensas necesarios para mantenerse emocionalmente participativos.

Y el trabajo irrenunciable que nos corresponde única y exclusivamente a los socios, es encontrarle el Alma, observando con celo y cariño el entorno, reflexionando sobre nosotros, escuchando a todos y recurriendo siempre al consejo de aquellos que más saben. Porque el Alma da sentido al proyecto y nos ofrece una brújula eficaz para escoger los recursos que lo harán crecer tal y como lo imaginamos.

Mucho más allá de lo que esperaba en los años ochenta, los tiempos presentes permiten crear despachos que son la extensión de nosotros mismos, el escaparate de nuestra manera de entender la vida y relacionarnos con los demás, entes apasionantemente vivos, que van más lejos de la simple suma de socios y trabajadores.

En el caso de Bonatti Defensa Penal, todo se inició gracias a los Grupos de Mejora Continua del Colegio de Abogados de Barcelona, que nos abrieron los ojos a una nueva forma de comprender y gestionar la abogacía.

Casi instintivamente, comenzamos a hacer networking y convertimos el despacho en algo más que un lugar de trabajo: un punto de encuentro, debate y aprendizaje permanente. Y descubrimos que nos encanta tener las salas llenas de clientes, compañeros y colaboradores, de abogados y amigos interactuando; y disfrutamos cuando se sienten como en su casa y vienen a vernos por el simple placer de compartir un debate, una conferencia o un evento.

Así fue cómo descubrimos que el Alma de nuestro despacho radica en esta capacidad de relacionarnos con los demás y de conseguir que los demás se relacionen entre sí. Está en nuestro convencimiento que compartir con los demás es la más enriquecedora de las experiencias.

El Alma del despacho nos motiva y nos estimula, nos hace ser mejores abogados, más innovadores, más eficientes, impregna nuestra forma de ejercer la profesión. A través de este espíritu integrador, el equipo se cohesiona porque está orgulloso de pertenecer a un proyecto distinto, que cautiva a quien se aproxima.

Cuando aparecieron Eva Bruch y Paula Fernández-Ochoa, creo que nos vieron el Alma y les gustó porque desde el primer día se han implicado apasionadamente, extendiéndola por redes virtuales y presenciales, ayudándonos a llevar nuestras emociones mucho más allá de lo que habíamos imaginado.

Y esto es lo poco que puedo aportar a uno de los mejores Blogs de marketing que conozco: contaros cómo un día decidimos salir a buscar el Alma de nuestro despacho y, finalmente, la encontramos.

Por: Francisco Bonatti Bonet. Abogado. Socio - Director de Bonatti Berja y Asociados.


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