Una vez más se repite la historia y como pasara hace unas décadas volvemos a ser espectadores de una guerra feroz por la atracción y fidelización del mejor talento para nuestras empresas. Una guerra por el talento que es fruto en gran parte por la baja natalidad de nuestro país que hace que cada día se incorporen menos alumnos a las instituciones formativas (en 20 años hemos perdido más de un millón de jóvenes en edad universitaria). Y si es grave que tengamos una población cada vez más envejecida, más grave es que los pocos jóvenes que se incorporan a nuestro sistema educativo adquieran conocimientos que no se ajustan a las demandas de nuestro mercado laboral actual.
Aquí es donde entra la famosa ley de la oferta y la demanda; mucha demanda de determinados perfiles (sobre todo perfiles STEAM; ciencias, tecnología, ingeniería, artes y matemáticas por sus siglas en inglés) por parte de las empresas y poca oferta de dichos perfiles en el mercado… ¿Cuál es la principal consecuencia? Una inflación de su retribución y una cierta “prepotencia” en determinados candidatos. Digamos que se ha dado la vuelta a la tortilla… Son ahora los candidatos los que tienen la sartén por el mango y lejos queda ya ese poder de negociación desmesurado que tuvieron las empresas en época pre crisis.
Ahora los profesionales 2.0 trabajan su marca personal y conocen su poder de negociación en los procesos de selección. Es más, en la actualidad son este tipo de profesionales los que eligen las empresas en las que quieren trabajar y no al revés. Entonces ¿Qué pueden hacer las empresas? Pues trabajar la única herramienta con la que cuentan que es su estrategia de Employer Branding o Marca Empleadora.

Tenemos que conseguir ser un imán para el talento, para fidelizarlo y para atraerlo. Y esto sólo se puede conseguir desplegando en nuestras organizaciones las acciones que nos lleven a generar entornos laborales que sean atractivos al target de profesionales que necesitemos. Y no, no hace falta poner un futbolín en las oficinas, tirar todos los tabiques, ni poner frases motivacionales estilo Facebook en las paredes. Lo importante es que haya una **cultura de desarrollo alineada a las expectativas de nuestros colaboradores actuales y futuros**.
Pero aterricemos el término “talento” ya que es un concepto un poco ambiguo. Así que lo definiremos como aquellas personas que tienen en su ADN una combinación de conocimientos técnicos, competencias transversales y mentalidad líquida que les capacita para surfear la nueva realidad VUCA en la que nos encontramos, independientemente de cuál sea el modelo de negocio, el sector, el producto o servicio.
Y qué es lo que pueden ofrecer las empresas para generar ese “engagement” del que tanto se habla y que tanto valoran estos profesionales altamente cualificados. Pues según un estudio de Aon Hewitt hay que poner foco en tres aspectos; la compensación y el reconocimiento, la propuesta de valor al empleado y en un liderazgo efectivo. Sí, habéis oído bien, el talento reclama que nuestros jefes tengan liderazgo. Una asignatura que todavía tenemos pendiente en nuestro país, tal y como se reflejada en varios informes de calidad directiva a nivel mundial.
Aunque si escribes Leadership en el buscador de Google te devuelve aproximadamente 3.330.000.000 resultados ¡Wow! Parece ser que es un concepto del que se habla y se escribe mucho pero que luego en la práctica no se aplica tanto. Ser un líder no es tarea fácil ya que la empresa únicamente te puede dar potestas (el rango), la auctoritas (respeto, influencia) te la dan tus colaboradores. Y son ellos los que voluntariamente deciden seguirte más allá del cargo que ponga en tu tarjeta, justamente por tu capacidad de liderazgo. Esos mismos colaboradores que serán tus embajadores de marca; los altavoces de las bondades de tu empresa en tus proyectos de Employer Branding.
Así que en un mundo en el que las “marcas” luchan por hacerse un hueco en la mente de los clientes. Tu estilo de liderazgo, el de tus directivos y el de tus mandos intermedios será la “marca” de tu empresa. Ten líderes alineados con tu cultura y tus valores, que vivan el propósito de tu organización, que marquen el rumbo en los momentos de incertidumbre, que desarrollen el potencial del talento de sus equipos, que recompensen la meritocracia y que promuevan nuevos líderes… Y así conseguirás posicionarte como una empresa imán para ese talento escaso, ya que las nuevas generaciones de profesionales no buscan únicamente un salario digno, sino unirse a un proyecto que esté alineado con su propósito.
En un entorno disruptivo en el que es muy difícil ver el destino al que hay que dirigirse, no basta con saber gestionar, es necesario saber liderar. Es necesario conseguir que tus equipos te sigan bajo el lema; creer para ver. Es en épocas de cambio, cuando tu liderazgo será clave para el éxito de tu empresa. Y los mejores profesionales, esos profesionales que tienen el talento que tú necesitas, están demandando que hagas de tu liderazgo la marca de tu empresa.
Rubén Montesinos
Consultor RR.HH y Employer Branding, Interim Manager, Coach Ejecutivo, formador y conferenciante en desarrollo profesional y marca personal.
Colaborador de +MoreThanLaw