En los últimos 100 años muchas industrias se han transformado profundamente; los ejemplos más recientes los encontramos en el sector editorial y el musical. A otros quizás no les ha llegado aún el turno, pero no es el caso de la abogacía.
Ayer estuve en RiverviewLaw y vi el futuro del sector legal. Debo reconocer que estaba equivocada en algunas cosas, concretamente en el alcance que la transformación del sector iba a tener en los despachos. Creía que esta revolución tecnológica afectaría de forma parcial a los despachos grandes, ahora tengo claro que están en el ojo de un huracán que se acerca a pasos agigantados pero que ni saben ni quieren ver.
Los despachos pequeños y medianos quedarán afectados por las empresas de automatización de documentos, las plataformas virtuales y otros negocios que sepan estandarizar algunos servicios, pero seguirán conservando un espacio propio, si bien reducido, atendiendo empresas pequeñas y particulares que no sean rentables para esas estructuras legales a causa de la poca escalabilidad de sus necesidades jurídicas y la especialización requerida.
Los despachos mas grandes, cuyos clientes sí precisan trabajos recurrentes, escalables y de valor, van a ver como estos, poco a poco al principio pero cada vez más, irán cambiando hacia un nuevo tipo de proveedor que le proporciona algo que hasta ahora un despacho de abogados le ha dado: utilizar el servicio jurídico como base de análisis para su negocio y con ello, permitirle tomar decisiones que le ayuden a mejorar su rendimiento.
La extraordinaria capacidad analítica de la plataforma tecnológica de RiverviewLaw, ahora puesta a disposición de los equipos in-house de las empresas, es capaz de detectar ineficiencias en el funcionamiento de la empresa, por ejemplo (por poner uno de los muchos que vimos) dentro de un encargo de gestión contractual, evidenciar fallos en la estructura de comisiones del equipo de ventas, hecho que el departamento legal puede reportar al departamento comercial para que corrija/mejore este aspecto.
Este es el valor que RiveviewLaw aporta a sus clientes: se convierte en un socio estratégico conocedor de su negocio que le habla de rendimiento y eficiencia empresarial, no de leyes. La capacidad técnica de un abogado se presupone, la de un despacho también, hay que aportar más.
Cuando alguien intenta cambiar las reglas del juego pueden pasar dos cosas: que no lo logre y se quede solo sembrando arena en el desierto, o que lo consiga, en cuyo caso todos los demás jugadores deberán seguirlas para no quedar fuera de la partida.
RiverviewLaw quiere cambiarlas y cuenta para ello con tres valiosos elementos: la tecnología,dinero para mantenerla y desarrollarla (y pronto veremos más novedades) y una cultura empresarial única organizada entorno a una misión compartida.
Su cliente objetivo: las grandes empresas.
¿Captar su trabajo low cost? En absoluto. Para eso están RocketLawyer, Legal Zoom o los LPO.
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