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Una mala web puede condicionar tu branding

Uno de los factores más importantes al hablar de branding personal es la consistencia. Nuestra imagen debe ser lo suficientemente sólida como para que nuestros seguidores o potenciales clientes perciban el mensaje que queremos transmitirles siempre del mismo modo independientemente del canal que utilicemos. Así, nuestra imagen debe ser consecuente con nuestro discurso, con los valores que queremos transmitir, con el lenguaje que utilicemos y con nuestras acciones, sea en el ámbito que sea.

Si a ello le añadimos el componente digital y de interconexión constante en el que vivimos, los elementos a cuidar se multiplican hasta el punto que, si nos referimos al ámbito empresarial o profesional, se hace necesario contar con una estrategia de branding perfectamente definida.

Si bien la presencia activa en redes sociales representa una buena parte de nuestra identidad digital (de hecho, en ocasiones es la única que se trabaja, como es el caso de los “influencers”) vamos a hablar hoy de otro elemento que, teniendo una importancia decisiva en la imagen que queremos transmitir, no siempre se le presta la atención que merece: la página web.

Nuestra página web es (o debería ser) nuestro reflejo en el mundo digital. Nuestra imagen. Representa nuestros valores, aporta información sobre nuestros ámbitos de especialidad y es el lugar en el que deberemos terminar de convencer al visitante para que “dé el paso” y se convierta en cliente.

Pero para que todo esto sea cierto y pueda ser una herramienta que nos ayude en la captación y crecimiento del negocio, deberá contar con una serie de requisitos que garanticen que un potencial cliente no huirá despavorido una vez llegue a nuestra web.

En primer lugar, un diseño cuidado. No desde el punto de vista estético, sino desde la usabilidad, la información que se ofrece y la estructura de la web. En internet el tiempo es oro y si un visitante necesita más de 3 clics para llegar a la información que precisa, seguramente lo habremos perdido para siempre.

Una web bien estructurada, con la información bien organizada, sin elementos intrusivos y con una presentación clara y limpia, tiene todos los elementos necesarios para convencer a quien llegue a ella.

Pero claro, tenemos que darle contenido. Nuestra web es el mejor medio que tenemos para poder convencer a potencial cliente de que somos la apuesta perfecta para solucionar la necesidad que le ha traído hasta nosotros. No tenemos limitación de espacio, podemos trabajar con todo tipo de contenidos y apoyo audiovisual.
Aportar un contenido original y fresco, pero sobre todo profesional, nos posicionará como conocedores de la materia que estamos tratando y convencerá al potencial cliente si le aportamos datos y le demostramos ser realmente expertos en el tema que estamos tratando.

Un plan de comunicación adecuado, con un calendario de publicaciones que podamos cumplir, tocando todos los ámbitos de especialidad a los que nos dedicamos, garantizará ese flujo constante de información que conseguirá convencer a los visitantes y convertirlos en clientes.

Ahora bien, de nada sirve tener la web mejor diseñada de todo internet y con el contenido más potente, si nuestros potenciales clientes no nos encuentran. El posicionamiento y trabajo a nivel de SEO es fundamental y debe ser realizado desde el mismo nacimiento de la web. Cuidar los distintos atributos en todos los elementos de la página (en todos), pero especialmente en las imágenes, conseguirá que, desde el mismo lanzamiento, todo funcione de manera coordinada y los resultados lleguen antes que tarde.

Y, por supuesto, debe ser una web segura. A ningún visitante le gusta hoy en día una web que no sea https. A ninguno. Da sensación de poco profesional, transmite poca seguridad y una nula atención a la seguridad y privacidad de los datos de los clientes.
No es solo tener certificado SSL, también deberíamos cuidar la seguridad de la web manteniendo sus componentes actualizados, protegiendo sus cabeceras, implementando medidas de seguridad frente a ataques del tipo que sean (brute force, inyección sql, etc).

Y, por descontado, deberá de cumplir con todos los requerimientos legales que le aplican. Del mismo modo que a nadie se le ocurriría abrir un despacho sin licencia o sin darnos de alta en Hacienda, no podemos publicar una web sin que cumpla con la legislación que le aplica. Textos legales propios y adaptados a las necesidades concretas de la web y la actividad a la que nos dedicamos, formularios adaptados al GDPR, consentimientos informados y requeridos para cualquier captura de datos personales, medidas técnicas y organizativas que permitan garantizar los derechos de los usuarios, …

Descuidar cualquiera de los aspectos que hemos comentados denotará falta de interés, de profesionalidad y de cuidado de los detalles y, sin ningún género de dudas, impactará contra la imagen que el potencial clientes se hace de nosotros. Repercutirá directa y negativamente en nuestro branding.

Seguramente ninguno de nosotros dejaríamos que nos cortara el pelo “el hijo de un conocido al que le gusta mucho la peluquería” o nos reparara el coche un vecino que ve muchos vídeos de mecánica en YouTube. Sin embargo, estamos cansados de ver páginas web que adolecen de muchos de los errores que hemos visto porque se han encargado al conocido que “se le da bien esto de los ordenadores”.

Si quieres resultados profesionales, trabaja con profesionales.
Tu imagen y tu branding te lo agradecerán

José Fernández Sánchez
CEO fun4DJ
Socio Profesional de +MTLaw
@JFS_1969


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